Hace “algún” tiempo, en mis años de estudiante de ingeniería, tomé un curso titulado ‘Mecánica de Materiales’. Fue una clase súper interesante que impactó mi vida, más allá del aspecto profesional.
En este curso se discutía cómo reaccionan los materiales al aplicárseles fuerzas de diferentes maneras. Cuando le aplicamos una fuerza a algún objeto, internamente ocurrirán unos esfuerzos (stress) y como consecuencia, deformaciones (strain). De manera sencilla: cuando le aplico un poco de fuerza a un objeto, ésta se manifestará en el interior del objeto como stress, y al aumentar la fuerza y el stress, habrá un cambio en la forma del objeto, una deformación.
Existen dos tipos de deformaciones:
- deformación plástica – el objeto se deforma permanentemente y no recuperará su forma anterior. Imagina cuando aplicas fuerza a una lata de aluminio y ésta termina aplastada.
- deformación elástica – el objeto se deforma pero al quitar la fuerza aplicada, éste recupera su forma original. Imagina apretar una bola de goma; al soltarla, ésta regresará a su forma y tamaño original.
Así también en nuestras vidas cotidianas, todos estamos expuestos a “fuerzas externas”: circunstancias, situaciones, problemas que causan que sintamos estrés y que, posiblemente, comiencen a “deformarnos”. Podríamos pensar que posiblemente sería mejor experimentar una “deformación elástica”; que no importa la presión que nos aplique la vida, cuando ésta cede o disminuye, recuperamos nuestra forma original, sin ningún cambio permanente a nuestro “estado natural”. Nos presionan y sin importar el estrés, vamos a recuperarnos y quedaremos igual que previo al problema o la situación difícil.
Pero, también necesitamos en nuestras vidas un poco de “deformación plástica”, que los momentos difíciles nos modifiquen un poco, que cambien nuestra forma, nuestra naturaleza. A eso le llamamos aprendizaje. Que cuando tropecemos con una piedra aprendamos a detectar la próxima que encontremos en nuestro camino y evitamos sufrir otro tropezón. Que aprendamos suficiente de las malas experiencias, para poder evitar repetirlas y concentrarnos en propiciar y disfrutar las buenas experiencias en el futuro.
Más allá de deformaciones plásticas o elásticas, existe otro concepto muy interesante: tenacidad. La tenacidad es la capacidad de un material de absorber esfuerzos (stress), de resistir deformaciones (strain) sin romperse. Un material tenaz soporta cargas, cambia su forma, pero no se rompe.
Y esto es lo que debemos buscar en nuestras vidas: esforzarnos, manejar las presiones y los problemas, recuperándonos todo lo que podamos, aprendiendo lo necesario, sin rompernos… Y eso te deseo: que ante la adversidad puedas mantenerte fuerte, íntegro y completo, preparado y listo para cualquier prueba o dificultad que cruce tu camino…