Cuando niño quería ser….. ¡ASTRONAUTA!
Y posiblemente tú también soñabas con llegar a serlo. Tal vez tu imaginación viajaba al ver los astronautas de las misiones Apolo al caminar en la Luna. O tal vez eran las expediciones en los transbordadores espaciales, o las transmisiones desde la Estación Espacial Internacional. O simplemente cuando veías tu serie favorita de ciencia ficción. Sí… muchos soñamos con llegar al espacio, “al infinito y más allá”…
Uno de esos niños, Chris Hadfield tenía nueve años de edad en julio de 1969. Vivía en la granja de maíz de su familia en Ontario, Canadá. Y en aquel verano del ’69, al ver al primer ser humano poner un pie sobre la superficie lunar, decidió que quería ser astronauta. Mejor dicho, quería convertirse en un astronauta.
“No estaba destinado a ser astronauta. Tuve que convertirme en uno.”
Chris Hadfield
Hadfield tuvo que superar muchas barreras para lograr su sueño. Canadá no tenía un programa espacial. Muchos astronautas eran pilotos de los cuerpos militares de E.U.A. Obtuvo una licencia de piloto en escuela superior. Estudió ingeniería. Se unió a las fuerzas armadas canadienses. Participó en un programa especial de intercambio para estudiar y adiestrarse con los cuerpos militares de E.U.A. Se convirtió en piloto de pruebas, el mejor en su clase. Llegó a volar dos misiones en el programa de transbordador espacial. Y finalmente tuvo que aprender ruso para poder vivir en la Estación Espacial Internacional por seis meses.
Según sus palabras, Hadfield ha vivido toda su vida así: no buscando ser, sino buscando convertirse. Porque cuando pensamos en lo que queremos ser, pensamos en un estado. Pero cuando pensamos en lo que queremos convertirnos, pensamos en la acción requerida para transformarnos en lo que queremos ser.
Cuando hablamos de nuestras metas, planes y sueños, muchas veces pensamos en el resultado final, en el estado. “Quiero ser millonario”. “Quiero ser exitoso”. “Quiero ser feliz”. Pensamos en un estado, en una situación, en unas circunstancias que describen nuestros deseos.
Por eso es que cada 31 de diciembre, hacemos resoluciones extraordinarias, que en nuestra mente se ven bien; y si las escribimos se ven espectaculares plasmadas en el papel. Pero no pensamos en los pasos, en las acciones y cambios requeridos para convertirlas en realidad.
Por eso es que cuando el premio de la Lotería Electrónica o el famoso Power Ball excede más de una decena de millones de dólares, es común que nos reunamos en un pasillo, una oficina u otro lugar a compartir nuestros “planes” si nos “pegamos”. Saldaremos la hipoteca de nuestra casa, le compraremos un auto nuevo a algún familiar, nos iremos de viaje… haremos tantas cosas. ¡Todo es tan hermoso en nuestra fantasiosa mente!
Y ese es el mayor error al buscar alcanzar nuestras metas. Pensamos en el resultado, en el estado final. Podemos visualizar claramente el final del camino pero no dedicamos tiempo a analizar y decidir cada paso requerido en nuestra ruta. Hemos aprendido mal (convenientemente) las leyes universales y creemos que con imaginar y visualizar podremos lograr lo que queramos. Aunque es importante visualizar y tener claro lo que deseamos, también es importante determinar cada paso a seguir, y más aún, dar cada paso… con determinación, con consistencia, con perseverancia….
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¡Gracias!
Amigo, recuerdo claramente esa conversación entre nosotros y William Galloza. Esas mismas ansias tenía yo, pero de convertirme en Biólogo Marino. Tanta fue mi convicción y determinación, que pude lograrlo. Y lo mejor que me ha tocado es que mi contacto con la naturaleza sigue siendo mi modo de vida (que algunos llaman trabajo). Gracias por esas extraordinarias palabras y experiencias. Un abrazo.