
Gracias por estar aquí, en este cuarto episodio de La Palabra Precisa.
Hola, mi nombre es Cristóbal Colón, mentor de comunicación efectiva. Todos los miércoles en la mañana compartiré conocimiento, experiencias e historias que te ayudarán a comunicarte mejor y conectar con cualquier audiencia.
En el segundo episodio te hablé sobre el Doctor Albert Mehrabian y sus famosos números 7%, 38% y 55%. Hoy comenzamos hablando de la segunda cifra… el 38% de nuestro mensaje transmitido a través de la voz.
Nuestra voz carga un gran peso en nuestra comunicación: en la información, el ánimo y las emociones que queremos transmitir. Tenemos que aprender a usar efectivamente nuestra voz para educar, persuadir, conectar con nuestra audiencia.
Muchas personas se lamentan diciendo: “Ay! Es que yo no tengo una buena voz! No me gusta como suena! Sueno horrible!”
No podemos negar que hay personas que tienen voces hermosas, privilegiadas. Pero es más importante aprender a usar bien la voz que tenemos. Más que tener una voz magistral, es mejor usar magistralmente la voz que traemos de fábrica.
Por eso hoy hablaremos de diversidad vocal. De dominar el uso de cuatro aspectos de nuestra voz:
- Volumen
- Velocidad
- Ritmo, cadencia
- Melodía, tono
Antes de continuar, quiero que te plantees una pregunta: Cuándo hablas, ¿imitas o emulas?
Y quiero que te preguntes esto porque durante toda nuestra vida hemos escuchado una infinidad de voces, realizando diferentes roles: maestros, amigos, seres queridos, políticos, pastores o sacerdotes, actores, locutores….
Estoy convencido que la mayoría de las personas imitan de manera inconsciente a alguien al hablar. Descubrir que estamos imitando a alguien es muy difícil, toma tiempo y requiere la retroalimentación de alguien con experiencia. Nuestra meta debe ser más que imitar, emular… Incorporar elementos de otras personas, pero añadiendo nuestro toque personal.
Volviendo a los cuatro componentes de nuestra diversidad vocal… para que haya diversidad vocal, debe haber variación en cada uno de estos componentes.
Hablemos del primero: volumen.
Este es bien fácil de entender; todo el mundo lo conoce. También le podemos llamar intensidad, la magnitud de nuestra voz. Es lo que se refleja de manera visual cuando grabamos nuestra voz en una computadora. Mientras más alto hablemos, más grande o amplia es la representación gráfica del sonido grabado en la computadora que usamos. Es lo que más fácilmente detectamos cuando alguien nos habla… ¿Cuántas veces nos hemos quejado de que alguien nos levante la voz? “Bájame la voz que no tienes por qué hablarme así!
Un buen orador no debe permanecer en un mismo nivel de intensidad o volumen durante todo su discurso. No es práctico ni efectivo, y puede ser perjudicial si decide hablar con un alto volumen por tiempo prolongado. La voz se cansa y eventualmente puede afectarse.
Podemos levantar el volumen de voz en algún momento que queremos enfatizar algo muy importante, y ponerle energía….
O podemos bajar nuestra voz, en una intensidad más suave, para evocar intimidad, cercanía, vulnerabilidad….
Recuerda que no debemos permanecer en un mismo volumen de voz, sino variarla con intención y propósito, de manera coherente con el mensaje.
Segundo componente: Velocidad….
También este es muy fácil de detectar. Cuando alguien nos habla muy rápido, no entendemos lo que dice.
O si habla muy lento… se vuelve aburrido… nos desconectamos… nos causa sueño…
Nuevamente, lo importante es la variedad… y la congruencia con lo que queremos decir y comunicar.
El tercer componente: Cadencia, ritmo
Este es un poco más complicado de entender para algunos: Cadencia, ritmo…. Cuando pensamos en ritmo podemos imaginar un baterista o percusionista con los golpes a su instrumento. Y aunque los sonidos son protagonistas, las pausas, los silencios son importantes. Así también para un orador las pausas y silencios son una herramienta esencial.
Además, al momento de preparar un discurso o presentación, podemos incorporar repeticiones, rimas, el largo de las oraciones para dar ritmo.
Me viene a la mente el legendario discurso de Martin Luther King, Yo tengo un sueño… Cuando repite I have a dream… o cuando repite Let freedom ring… let freedom ring…
Éste es un gran ejemplo de cadencia, de ritmo en un discurso…
El cuarto elemento: melodía, tono
Todos hemos escuchado a alguien que describimos como “monótono”. Es esta persona que todo lo que dice es en el mismo tono…. Si fuera un instrumento musical, estaría todo el tiempo en una misma nota…. Sin variedad… sin melodía… Tenemos que ver nuestra voz como un instrumento musical, y que debemos variar la frecuencia de los sonidos que emitimos…. Que podemos bajar el tono, poner una voz grave cuando tenemos que decir algo verdaderamente importante, serio formal…. O subir las notas cuando decimos algo alegre, jovial, liviano…
Para muchos este elemento es el más difícil de manejar.
¿Y cómo puedo mejorar mi diversidad vocal?
Pues te presentaré tres sugerencias para ayudarte:
- Debes practicar constantemente. Debes grabarte y luego escuchar atentamente buscando los detalles de tu diversidad vocal.
- Debes compartir tus grabaciones con alguna persona en quien confíes y pide retroalimentación detallada y específica sobre tu voz.
- Si se hace difícil darle melodía a tu voz, practica leer cuentos infantiles en voz alta. Digo, los puedes leer para ti, no tienes que leérselos a un niño. Pero aunque sea para ti, intentar leer como si fuera a un niño, con los tonos e inflexiones para capturar el interés de un niño o una niña.
Finalmente, quiero regresar a la pregunta inicial: ¿a quién imitas?
Tengo amigos que hablan como políticos…
Conozco a otros que hablan como si estuvieran predicando en una iglesia….
Otros hablan todo el tiempo con el mismo tono, engolando la voz porque quieren proyectarse seductores, interesantes, atractivos…
El problema es que cuando alguien te escucha posiblemente piensa en eso: en un político, en un predicador, o un locutor de radio nocturna
Y queremos que cuando te escuchen, piensen en ti… que escuchen tu voz, te reconozcan y conecten contigo… aún cuando no tengas una voz privilegiada.
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Deseo que cada día La Palabra Precisa esté en tu mente, en tu corazón y en tu voz para comunicar, conectar y mejorar tu mundo.
Mi nombre es Cristóbal Colón y esto es LA PALABRA PRECISA